Los huracanes, también conocidos como ciclones tropicales, se forman sobre el agua oceánica cálida. Sin la ayuda de los vientos cálidos y el agua, no podrían existir. Cuando el aire caliente se eleva desde la superficie del océano, se construye a continuación un área de baja presión.
El aire caliente se eleva y el aire frío se hunde, como sabemos. En las regiones ecuatoriales, o lugares cercanos al ecuador de la Tierra, los océanos están cálidos, por lo que el aire que está sobre el agua también es cálido. A medida que el aire caliente asciende, deja menos aire en la superficie del océano. Esto causa un área de baja presión. Un área de baja presión es como un vacío, lo que provoca una gran presión de aire. Cuando la alta presión se mueve, hay más aire disponible para elevarse. A medida que el aire caliente sube, la atmósfera lo enfría, creando humedad. La humedad se convierte en nubes.
A medida que se forman más nubes y se empuja más aire caliente hacia arriba, las nubes se combinan y comienzan a girar. El agua debajo de las nubes también gira. De ahí el nombre de "ciclón tropical", ya que el spinning refleja la actividad tornádica en la tierra. En el hemisferio norte, los huracanes giran en sentido antihorario, y en el hemisferio sur, giran en el sentido de las agujas del reloj.
La afluencia continua de aire caliente alimenta al huracán. El giro aumenta y la rotación de todo el sistema va más y más rápido, lo que hace que la tormenta sea aún más poderosa. A medida que el huracán adquiere fuerza, desarrolla lo que se llama un ojo. El ojo es el centro del huracán y es diferente al resto de la tormenta. Los ojos de huracán son vacíos que atraen la presión del aire dentro. Si pasara el ojo de un huracán, encontrarías un cielo despejado sin viento. En tiempos pasados cuando el ojo se cruzó, la gente pensó que la tormenta había terminado. Sin embargo, cuando llegó la siguiente parte de la tormenta, estaba claro que había mucho más por venir. La segunda parte de un huracán es aún más violenta y destructiva, con vientos que soplan desde la otra dirección.
Los huracanes tienen clasificaciones diferentes según la velocidad del viento. Por ejemplo, un huracán de categoría 3 tiene velocidades de viento de 111 a 130 mph, mientras que los vientos de un huracán de categoría 1 son de 74 a 95 mph. Un huracán de categoría 5 es el peor tipo, con velocidades de viento de más de 155 mph. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) ha trabajado con la NASA para colocar satélites sobre la tierra para vigilar la formación de tormentas. Estos satélites también rastrean el progreso de un huracán. El monitoreo es la mejor manera de advertir a las personas del peligro inminente de un huracán.
Estas magníficas y mortíferas tormentas contienen fuertes vientos, fuertes lluvias, truenos, relámpagos y tornados. A medida que los huracanes llegan a la tierra, las mareas se hinchan y se crea una marea de tormenta. Una vez en tierra, un huracán pierde su poder y magnitud ya que no hay más aire caliente y agua para alimentarlo. Va a la deriva sobre la tierra, arrojando grandes cantidades de lluvia, pero plantea cada vez menos problemas.