1. Falta de agua: Los desiertos reciben muy poca lluvia, que es el principal impulsor de la formación del suelo. Sin suficiente agua, los procesos de meteorización químicos que descomponen las rocas en partículas más pequeñas y crean un suelo se ralentizan significativamente.
2. Altas temperaturas: Las temperaturas extremas en los desiertos conducen a una rápida evaporación, obstaculizando aún más la disponibilidad de agua para la meteorización. Además, las altas temperaturas pueden causar meteorización física, como el choque térmico (expansión y contracción de rocas debido a cambios de temperatura), lo que contribuye a la formación de arena y grava gruesa, no arcillas finas.
3. Actividad biológica limitada: La falta de agua restringe la vida vegetal y animal en los desiertos. Esto significa que hay menos organismos para contribuir con la materia orgánica, un ingrediente clave en la formación del suelo. Sin materia orgánica, el suelo es menos fértil y carece de la estructura necesaria para mantener agua y nutrientes.
4. Erosión del viento: Los desiertos experimentan fuertes vientos que pueden recoger y transportar fácilmente partículas de tierra sueltas, reduciendo aún más la capa de suelo. Esto conduce a un perfil de suelo más delgado, dominado por arena y grava.
5. Meteorización química: Si bien la meteorización química es limitada debido a la escasez de agua, se produce. Sin embargo, el clima árido a menudo conduce a un tipo diferente de meteorización, caracterizado por la acumulación de sales y carbonatos, lo que puede obstaculizar la formación de minerales arcillosos.
6. Bedrock subyacente: Los desiertos a menudo tienen una roca madre dura y desgastada cerca de la superficie, que actúa como una barrera para la formación del suelo. Esta roca madre puede ralentizar el descomposición de la roca en el suelo.
7. Escalas de tiempo larga: Incluso con estos factores, la formación del suelo sigue siendo un proceso lento. Tarda miles de años para que incluso se desarrollen una capa delgada de suelo. La combinación de estos factores en los desiertos hace que el proceso sea aún más lento, lo que lleva a la formación de suelos delgados y un contenido limitado de arcilla.
En resumen, la lenta formación de arcillas y suelos delgados en los desiertos se debe a una combinación de baja disponibilidad de agua, altas temperaturas, actividad biológica limitada, erosión del viento y la presencia de roca dura, todas las cuales restringen significativamente la intemperie y los procesos de formación del suelo.