Los continentes se unieron una vez en un solo supercontinente llamado Pangea, que posteriormente se separó y se desvió a sus posiciones actuales.
Apoyó su hipótesis con varias pruebas clave:
* Costas coincidentes: Las costas de continentes como Sudamérica y África encajan como piezas de rompecabezas.
* Evidencia fósil: Se encontraron fósiles idénticos de animales terrestres y plantas en continentes ahora separados por vastas océanos, lo que sugiere que alguna vez estuvieron conectados.
* Similitudes geológicas: Se encontraron formaciones rocosas similares y cadenas montañosas en diferentes continentes, lo que sugiere que alguna vez fueron parte de la misma masa de tierra.
* Evidencia climática: La evidencia de glaciares y climas tropicales en regiones con climas muy diferentes hoy en día respaldó la idea del movimiento continental.
La hipótesis de Wegener enfrentó una resistencia significativa inicialmente debido a la falta de un mecanismo plausible para el movimiento continental. Propuso que los continentes atravesaban la corteza oceánica, pero esta idea fue ampliamente criticada.
No fue hasta la década de 1960 que surgió la teoría de la tectónica de placas, proporcionando un mecanismo para la deriva continental y solidificar la hipótesis inicial de Wegener. La tectónica de placas explica que la capa externa de la Tierra, llamada litosfera, está compuesta por placas grandes que se mueven e interactúan, lo que hace que los continentes se deriva.
Si bien la hipótesis inicial de Wegener no se aceptó completamente durante su vida, su trabajo sentó las bases para el desarrollo de la teoría moderna de la tectónica de placas, uno de los avances científicos más importantes del siglo XX.