La asociación entre las conchas marinas y la vida eterna se origina en la antigüedad, cuando se creía que las conchas marinas albergaban las almas de los difuntos.
En la tradición cristiana, las conchas marinas se asocian con el bautismo y el renacimiento, lo que las convierte en un símbolo de renovación espiritual y la promesa de vida eterna.
Debido a su conexión con el agua, esencial para la vida, las conchas marinas se han convertido en un símbolo del viaje del alma y su transición del reino terrenal al más allá.
Las conchas marinas también representan la idea de regeneración debido a su naturaleza cíclica, donde el océano las crea, las descompone y luego las reforma.
Este concepto de renovación resuena con la creencia en la inmortalidad del alma y su capacidad para trascender los límites de la vida física.
La colocación de conchas marinas en las tumbas sirve como recordatorio de estas asociaciones simbólicas y brinda consuelo a quienes lloran la pérdida de un ser querido.