1. Ígneo a Sedimentario :Las rocas ígneas, formadas a partir de la solidificación de magma o lava fundidos, pueden descomponerse debido a la erosión y la erosión. Los sedimentos resultantes pueden depositarse y, a lo largo de millones de años, eventualmente formar rocas sedimentarias, como arenisca, piedra caliza o esquisto.
2. Sedimentario a metamórfico :Cuando las rocas sedimentarias se someten a calor y presión intensos en las profundidades de la superficie de la Tierra, sufren metamorfosis y pueden transformarse en rocas metamórficas. Ejemplos de rocas metamórficas incluyen el mármol (de piedra caliza), la pizarra (de esquisto) y la cuarcita (de arenisca).
3. Metamórfico a Ígneo :Las rocas metamórficas también pueden derretirse debido a temperaturas y presiones extremas. Cuando esto sucede, la roca fundida asciende y se enfría, formando nuevas rocas ígneas. Por ejemplo, el gneis (una roca metamórfica) puede fundirse y formar granito (una roca ígnea).
4. Ígneo a Metamórfico :Las rocas ígneas pueden transformarse directamente en rocas metamórficas sin pasar por la fase sedimentaria. Esto sucede cuando las rocas ígneas se exponen a altas temperaturas y presiones dentro de la corteza terrestre. Un ejemplo es el basalto (una roca ígnea) que puede metamorfosearse en anfibolita (una roca metamórfica).
Es importante señalar que el ciclo de las rocas es un proceso continuo, y las rocas pueden recorrer estos diferentes tipos durante millones o miles de millones de años, impulsadas por diversas fuerzas geológicas.