1. Acuñamiento por escarcha: Cuando el agua se filtra en las grietas y hendiduras de las rocas y luego se congela, su volumen aumenta aproximadamente un 9%. Esta expansión crea una fuerza que abre las grietas, ampliándolas y profundizándolas gradualmente. A medida que las temperaturas fluctúan, los ciclos repetidos de congelación y fusión hacen que las grietas crezcan y eventualmente rompan la roca.
2. Abrasión por hielo: Cuando el agua se congela en las superficies rocosas y forma capas de hielo o glaciares, puede erosionar y desgastar la roca subyacente a medida que se mueve. El hielo actúa como un papel de lija gigante, desgastando y suavizando los bordes y superficies ásperas. Este proceso, conocido como abrasión glacial, es particularmente eficaz en regiones montañosas con glaciares y capas de hielo.
3. La escarcha se rompe: En algunos casos, cuando el agua se congela rápidamente dentro de las rocas, puede crear tensiones y presiones internas que exceden la resistencia de la roca. Esto puede hacer que la roca se rompa en pedazos o fragmentos más pequeños, un fenómeno conocido como rotura por helada.
4. Hidrólisis: El agua congelada y derretida también puede contribuir a la erosión química mediante un proceso llamado hidrólisis. Cuando las moléculas de agua se disocian en iones de hidrógeno y oxígeno (H+ y OH-), pueden reaccionar con los minerales de las rocas, descomponiéndolos y transformándolos en nuevos minerales. Esta alteración química debilita la roca y la hace más susceptible a una mayor erosión.
La eficacia de la meteorización por congelación y deshielo depende de varios factores, incluida la porosidad y permeabilidad de la roca, la frecuencia de las fluctuaciones de temperatura y la disponibilidad de agua. Es más pronunciado en áreas con abundante humedad y frecuentes ciclos de congelación y descongelación, como regiones montañosas o climas fríos.