Los suelos de laterita se forman debido a una intensa lixiviación. Las fuertes lluvias provocan el lavado de sales y minerales solubles, incluida la sílice y las bases. Esto deja atrás los óxidos e hidróxidos de hierro, aluminio y titanio. Estos óxidos dan a los suelos de laterita su característico color rojo.
Sin embargo, el proceso de lixiviación no es completo en suelos lateríticos. Algunos nutrientes y minerales todavía se retienen en el suelo. Esto ayuda en el crecimiento de la vegetación.