El suelo arcilloso se encuentra comúnmente en áreas bajas como llanuras aluviales de ríos, estuarios y deltas. También se puede encontrar en zonas con mal drenaje, donde el agua se acumula y se asienta, permitiendo que las partículas finas de sedimento se acumulen y formen depósitos de arcilla. Los suelos arcillosos a menudo se asocian con entornos donde se depositan y acumulan sedimentos de grano fino con el tiempo, como cuencas fluviales, llanuras de labranza glaciales y depósitos de cenizas volcánicas. Estas áreas pueden tener condiciones geológicas y ambientales específicas que favorecen la formación de minerales arcillosos y su acumulación en el suelo.