1. Comprueba el brillo: Los diamantes tienen un brillo único, a menudo denominado "brillantez". Esto se debe a su alto índice de refracción, que hace que la luz se doble y se refleje de una forma específica. Los diamantes reales suelen brillar más que otras piedras preciosas.
2. Observa el fuego: Los diamantes también presentan un fenómeno conocido como "fuego", que se refiere a la dispersión de la luz en un arco iris de colores. Cuando la luz atraviesa un diamante, se separa en diferentes longitudes de onda, creando destellos de color.
3. Examina las facetas: Los diamantes auténticos suelen tener 58 facetas (incluida la culeta), que están cortadas y alineadas con precisión para maximizar el reflejo de la luz. Otras piedras preciosas pueden tener un número diferente de facetas o cortes menos precisos.
4. Siente la piedra: Los diamantes son conocidos por su dureza excepcional, lo que los hace resistentes al rayado. Puedes frotar suavemente la piedra contra una pieza de cerámica (porcelana sin esmaltar) o vidrio. Si raya la superficie, probablemente no sea un diamante.
5. Aliento sobre la piedra: Los diamantes tienen una alta conductividad térmica, lo que les permite disipar el calor rápidamente. Cuando respiras un diamante, éste debería empañarse momentáneamente, pero la niebla se disipará rápidamente. Otras piedras preciosas pueden retener la condensación durante más tiempo.
6. Utilice un probador de diamantes: Hay varios probadores de diamantes electrónicos disponibles que utilizan principios de conductividad térmica o conductividad eléctrica para distinguir los diamantes de otros materiales. Estos probadores pueden proporcionar un resultado más preciso y confiable.
Recuerde, estas pruebas no son 100% precisas y siempre es mejor consultar con un gemólogo o joyero calificado para una identificación adecuada.