El deslizamiento de tierra más importante se produjo en la presa Fortuna, que abastece de agua a la ciudad de Panamá. El deslizamiento de tierra provocó una brecha de 20 metros de ancho en la presa, liberando una enorme cantidad de agua. Las inundaciones arrasaron varias aldeas y causaron daños generalizados.
Los deslizamientos de tierra también dañaron la central hidroeléctrica Changuinola, que es la central hidroeléctrica más grande de Panamá. La planta se vio obligada a cerrar, lo que provocó una reducción significativa del suministro eléctrico del país.
La escasez de agua provocada por los deslizamientos de tierra tuvo un impacto devastador en la población de Panamá. Muchas personas se vieron obligadas a pasar días sin agua y se produjo un brote generalizado de enfermedades transmitidas por el agua. Los deslizamientos de tierra también causaron importantes daños económicos, ya que las empresas se vieron obligadas a cerrar debido a la falta de agua y electricidad.
El gobierno panameño respondió a la crisis declarando el estado de emergencia. El gobierno también trabajó con organizaciones de ayuda internacional para brindar asistencia a la población afectada. El gobierno también comenzó a reparar la infraestructura dañada y el suministro de agua se restableció gradualmente.
Los deslizamientos de tierra en Panamá fueron un recordatorio de la importancia de la preparación para desastres. Los deslizamientos de tierra también pusieron de relieve la necesidad de un desarrollo sostenible, ya que la deforestación de las montañas había hecho que la región fuera más vulnerable a los deslizamientos de tierra.