La edad de un volcán puede dar pistas sobre su probabilidad de entrar en erupción. Los volcanes más jóvenes son generalmente más activos que los más viejos, ya que no han tenido tanto tiempo para enfriarse y solidificarse. Esto se debe a que los volcanes más jóvenes todavía tienen mucha roca fundida debajo, que puede subir a la superficie y hacer erupción. Los volcanes más antiguos, por otro lado, han tenido más tiempo para enfriarse y solidificarse, por lo que es menos probable que entren en erupción.
Espuma:
La formación de espuma es otra señal de que un volcán puede estar a punto de entrar en erupción. La formación de espuma se produce cuando las burbujas de gas suben a la superficie de la roca fundida. Esto puede deberse a varios factores, como un aumento de la presión debajo del volcán o un cambio en la composición de la roca fundida. Cuando se produce espuma, puede hacer que la roca fundida se vuelva más fluida y 更容易喷发.
Al monitorear la edad y la formación de espuma de un volcán, los científicos pueden predecir mejor cuándo es probable que entre en erupción. Esta información puede ayudar a las personas que viven cerca de volcanes a prepararse para las erupciones y reducir el riesgo de daños y lesiones.
A continuación se muestran algunos ejemplos específicos de cómo se han utilizado la edad y la formación de espuma para predecir erupciones volcánicas:
* En 1980, el Monte St. Helens en los Estados Unidos entró en erupción después de una serie de terremotos y un aumento de la formación de espuma. Los científicos habían estado monitoreando el volcán y pudieron advertir a las personas que vivían cerca que evacuaran. Como resultado, se salvaron miles de vidas.
* En 2010, el Eyjafjallajökull en Islandia entró en erupción después de un período de mayor actividad sísmica y formación de espuma. La erupción interrumpió los viajes aéreos en toda Europa y causó importantes daños económicos. Sin embargo, los científicos pudieron predecir la erupción y advertir a los habitantes de la zona que tomaran precauciones.
* En 2018, el Kilauea en Hawái comenzó a entrar en erupción después de décadas de inactividad. Los científicos habían estado monitoreando el volcán y pudieron advertir a las personas que vivían cerca que evacuaran. La erupción causó daños importantes a viviendas e infraestructuras, pero no hubo víctimas mortales.
Al monitorear la edad y la formación de espuma de los volcanes, los científicos pueden ayudar a reducir el riesgo de daños y lesiones por erupciones volcánicas.