Por ejemplo, el límite Oligoceno-Mioceno (hace unos 23 millones de años) estuvo marcado por un período de intensa actividad volcánica en los Andes. Este período coincidió con un cambio significativo en las especies de ballenas, con la extinción de muchos grupos de ballenas arcaicos y el surgimiento de familias de ballenas modernas.
La actividad volcánica podría haber causado cambios en la circulación oceánica, los niveles del mar y la disponibilidad de alimentos, lo que puede haber estresado a las poblaciones de ballenas y contribuido a su extinción. Además, las cenizas volcánicas y los aerosoles liberados durante las erupciones podrían haber bloqueado la luz solar, provocando un enfriamiento y una reducción de la productividad primaria en los océanos, lo que podría haber afectado aún más a las poblaciones de ballenas.
Se necesita más investigación para comprender completamente la relación entre la actividad volcánica andina y la evolución y extinción de las ballenas. Sin embargo, está claro que las erupciones volcánicas pueden tener impactos significativos en el medio ambiente y desempeñar un papel en la configuración del curso de la evolución.