Según un estudio reciente publicado en la revista "Nature Ecology and Evolution", las praderas de pastos marinos en el Mar Báltico, el Mar Mediterráneo y el Atlántico Norte han mostrado mejoras en su cobertura y densidad en las últimas dos décadas. Los investigadores atribuyeron esta tendencia positiva al aumento de los esfuerzos de protección, la mejora de la calidad del agua y la reducción de la contaminación por nutrientes en las zonas costeras.
Por ejemplo, en el Mar Báltico, las praderas de pasto marino (Zostera marina) han experimentado una recuperación significativa en varias regiones. Este resurgimiento está relacionado con una mayor transparencia del agua y una reducción de la eutrofización, como resultado de estrategias de gestión de nutrientes y una reducción de la escorrentía agrícola.
En el mar Mediterráneo, la recuperación de las praderas marinas, como las icónicas praderas de Posidonia oceanica, se atribuye a medidas de conservación, incluida la designación de áreas marinas protegidas y restricciones al desarrollo costero.
Además, las poblaciones de pastos marinos en el Atlántico norte, incluidas la pasto marino común (Zostera marina) y el pasto marino del Atlántico (Zostera noltii), han mostrado signos positivos de expansión en algunas áreas. Estas mejoras están asociadas a regulaciones ambientales más estrictas, mejores prácticas de pesca y la reducción de perturbaciones físicas.
La recuperación de las praderas marinas es crucial para mantener la salud y la biodiversidad de los entornos costeros. Estos ecosistemas proporcionan hábitats esenciales para numerosos organismos marinos, incluidos peces juveniles, mariscos y aves marinas, lo que contribuye a la productividad general de los ecosistemas marinos.
Además, las praderas marinas actúan como sumideros naturales de carbono, secuestrando grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera y mitigando los efectos del cambio climático. Su restauración puede contribuir a lograr objetivos climáticos y de conservación más amplios.
Las tendencias positivas observadas en las praderas marinas europeas ponen de relieve la eficacia de las iniciativas de conservación y la resiliencia de los ecosistemas marinos cuando se les da la oportunidad de recuperarse. Sin embargo, son necesarios esfuerzos continuos para abordar las amenazas restantes, como la contaminación, los factores estresantes relacionados con el clima y las perturbaciones humanas.
Al salvaguardar y restaurar las praderas marinas, podemos contribuir a la resiliencia de los ecosistemas marinos y asegurar un futuro más saludable tanto para la biodiversidad marina como para las comunidades humanas que dependen de estos valiosos hábitats.