Sin embargo, así es como las montañas pueden afectar a los tornados:
1. Flujo de aire desviado :Las cadenas montañosas pueden alterar y redirigir el flujo de aire que favorece la formación de tornados. A medida que el aire se eleva sobre una barrera montañosa, se enfría, se vuelve menos denso y tiende a fluir sobre o alrededor de las montañas en lugar de converger cerca de la superficie, lo cual es necesario para la formación de tornados.
2. Efecto barrera :Las montañas pueden actuar como barreras físicas que impiden el movimiento de mesociclones (columnas de aire giratorias que pueden generar tornados). Cuando los fuertes vientos asociados con un mesociclón encuentran una cadena montañosa, su rotación puede verse interrumpida o debilitada, lo que reduce las posibilidades de que se desarrollen tornados.
3. Interrupción de las corrientes ascendentes :Las montañas pueden interferir con el desarrollo de fuertes corrientes ascendentes, que son esenciales para la formación de tormentas supercelulares. Las supercélulas son particularmente propicias para generar tornados. Si las montañas interrumpen el movimiento ascendente del aire necesario para la formación de supercélulas, la probabilidad de que se produzcan tornados disminuye.
4. Variaciones locales :El terreno cercano a las cadenas montañosas puede crear efectos localizados en los patrones de tornados. Los valles y pasos entre montañas a veces pueden canalizar los vientos, lo que hace que sea más probable que se produzcan tornados en estas áreas en comparación con el terreno más alto circundante.
Entonces, si bien las montañas pueden influir en el comportamiento de los tornados y reducir su frecuencia en algunas regiones, no los previenen por completo. Los tornados aún pueden ocurrir en áreas montañosas, y factores locales específicos pueden determinar dónde es más probable que se formen y afecten a las comunidades.