Una de las formas más comunes en que los icebergs se rompen es mediante la acción de las olas. Cuando las olas rompen contra el iceberg, crean grietas y hendiduras en el hielo. Con el tiempo, estas grietas pueden crecer y profundizarse, hasta provocar que el iceberg se rompa.
Otro factor que puede contribuir a la desintegración de los icebergs es la presencia de corrientes oceánicas cálidas. Cuando un iceberg entra en una corriente cálida, el hielo comienza a derretirse en los bordes. Este derretimiento puede crear puntos débiles en el iceberg, que luego pueden ser explotados por la acción de las olas para hacer que el iceberg se rompa.
Por último, los icebergs también pueden romperse por su propio peso. Cuando un iceberg se derrite, se vuelve menos denso y más flotante. Esto puede hacer que el iceberg se vuelva muy pesado en la parte superior y, eventualmente, pueda volcarse y romperse.
La desintegración de los icebergs es un proceso importante en los ecosistemas árticos y antárticos. Los icebergs proporcionan un hábitat para una variedad de vida marina y también pueden ayudar a transportar nutrientes y minerales de una parte del océano a otra. La desintegración de los icebergs también es una señal del cambio climático, ya que el calentamiento de las corrientes oceánicas está provocando que los icebergs se derritan a un ritmo acelerado.