Aunque hay evidencia de que tanto los denisovanos como el Homo sapiens habitaron la meseta tibetana durante diferentes períodos, las investigaciones actuales sugieren que el Homo sapiens fue el primero en establecer asentamientos permanentes en la región, potencialmente hace entre 30.000 y 40.000 años.
Se sabe que los denisovanos, una especie de homínido extinto estrechamente relacionada con los neandertales, ocuparon partes de la meseta tibetana durante el Pleistoceno medio, hace unos 200.000-40.000 años. Sin embargo, su presencia en la meseta parece haber sido más esporádica y probablemente no establecieron asentamientos permanentes allí.
Por otro lado, el Homo sapiens tiene una historia más larga de habitar la meseta tibetana, y hay evidencia de presencia humana continua en la región que se remonta a hace unos 30.000-40.000 años. Durante este tiempo, el Homo sapiens se adaptó con éxito a las duras y desafiantes condiciones de la meseta, incluida la gran altitud, las frías temperaturas y los recursos limitados. Desarrollaron estrategias únicas para sobrevivir, como herramientas y ropa especializadas, así como prácticas sociales y culturales que los ayudaron a prosperar en este entorno único.
Por lo tanto, si bien los denisovanos pueden haber tenido alguna presencia en la meseta tibetana, los Homo sapiens son generalmente considerados como los primeros colonos permanentes en la región, contribuyendo al desarrollo de la civilización y la cultura tibetanas tal como las conocemos hoy.