Durante el proceso de elevación del objeto, el trabajo realizado contra la fuerza gravitacional se almacena como energía potencial gravitacional. Esto significa que el objeto ahora tiene el potencial de realizar trabajo debido a su posición en el campo gravitacional. La cantidad de energía potencial gravitacional ganada por el objeto es igual a la cantidad de energía cinética que tenía antes de ser levantado.
Aquí hay un ejemplo simple para ilustrar la conversión:
Imagina que lanzas una pelota hacia arriba en el aire. Cuando la pelota sale de tu mano, posee energía cinética debido a su velocidad ascendente. A medida que la pelota asciende, su velocidad disminuye debido a la fuerza gravitacional que la empuja hacia el suelo. Durante su movimiento ascendente, la energía cinética de la pelota se convierte gradualmente en energía potencial gravitacional. En el punto más alto de su vuelo, la velocidad de la pelota se vuelve momentáneamente cero y su energía cinética se convierte completamente en energía potencial gravitacional.
Cuando la pelota comienza a caer, el proceso se invierte. La energía potencial gravitacional almacenada en la bola comienza a convertirse nuevamente en energía cinética. A medida que la pelota cae, su velocidad aumenta y su energía cinética aumenta mientras que su energía potencial gravitacional disminuye. La conversión continúa hasta que la pelota llega al suelo, donde toda su energía potencial gravitacional se ha transformado nuevamente en energía cinética y la pelota impacta el suelo con la máxima velocidad.
En resumen, cuando un objeto se eleva contra la gravedad, su energía cinética se convierte en energía potencial gravitacional. Cuando el objeto vuelve a caer, la energía potencial gravitacional se convierte nuevamente en energía cinética. Estas conversiones ilustran el principio de conservación de la energía, donde la cantidad total de energía permanece constante a medida que cambia de una forma a otra.