El nitrógeno no es dañino por sí solo; de hecho, constituye aproximadamente el 78% de la atmósfera terrestre y es esencial para la vida. El nitrógeno se vuelve dañino cuando reacciona con otros elementos, como el oxígeno, para formar compuestos que pueden causar problemas de salud. Por ejemplo, el dióxido de nitrógeno (NO2) y el óxido nítrico (NO) son producidos por motores de combustión y otros procesos industriales y pueden causar problemas respiratorios, como asma, bronquitis y enfisema. El nitrógeno también contribuye a la formación de smog y lluvia ácida, los cuales pueden dañar el medio ambiente y la salud humana.