En los compuestos covalentes, los átomos se unen compartiendo electrones, formando fuertes enlaces covalentes. Estos electrones están localizados entre los átomos y no pueden moverse libremente, lo que inhibe la formación de iones móviles. Como resultado, los compuestos covalentes existen como moléculas neutras y no se disocian en iones.
Por el contrario, los compuestos iónicos, como el cloruro de sodio (NaCl), se disuelven fácilmente en agua o se funden para formar soluciones o estados fundidos que contienen iones que se mueven libremente. Estos iones, como los iones de sodio (Na+) y cloruro (Cl-) en el caso del NaCl, pueden transportar corriente eléctrica, lo que hace que los compuestos iónicos sean adecuados para la electrólisis.
Cuando una corriente eléctrica pasa a través de una solución o un compuesto iónico fundido, los iones son atraídos por los electrodos con carga opuesta. Los iones positivos (cationes) migran hacia el electrodo negativo (cátodo) y los iones negativos (aniones) hacia el electrodo positivo (ánodo). Este movimiento de iones permite que se produzcan reacciones químicas en los electrodos, lo que da como resultado la descomposición o transformación del compuesto.
En resumen, los compuestos covalentes no sufren electrólisis porque carecen de iones libres para conducir la electricidad. La electrólisis suele ser aplicable a compuestos iónicos o ciertas sales fundidas que contienen iones móviles.