Cuando el suelo entra en contacto con el agua, las moléculas de agua interactúan con las partículas del suelo a través de diferentes fuerzas, que incluyen:
1. Adhesión: Las moléculas de agua tienen una ligera atracción hacia la superficie de las partículas del suelo. Esta atracción se debe a la naturaleza polar de las moléculas de agua (que tienen cargas tanto positivas como negativas) y a las cargas iónicas presentes en las superficies de las partículas del suelo.
2. Cohesión: Las moléculas de agua también presentan cohesión, lo que significa que tienden a permanecer juntas. Esta propiedad contribuye a la formación de gotas de agua y a la retención de agua dentro de los poros del suelo.
3. Hidratación: Ciertas partículas del suelo, especialmente los minerales arcillosos, tienen una alta afinidad por el agua. Cuando estas partículas entran en contacto con el agua, absorben moléculas de agua y se hidratan. Este proceso aumenta el volumen de las partículas del suelo y la capacidad general de retención de agua del suelo.
A medida que el agua se infiltra en el suelo, se mueve a través de los poros o espacios interconectados entre las partículas del suelo. El tamaño, la forma y la continuidad de estos poros influyen en la tasa de infiltración del agua y el movimiento del agua a través del perfil del suelo.
Los minerales disueltos, la materia orgánica y otros componentes solubles en el suelo pueden ser transportados por el agua, contribuyendo a la composición química general del agua. Sin embargo, las partículas del suelo por sí mismas no se disuelven en agua.