Las propiedades físicas de los metales están directamente relacionadas con la cantidad de electrones deslocalizados que poseen. En general, cuanto más electrones deslocalizados tenga un metal, mejor será su conductividad eléctrica y térmica, así como su maleabilidad y ductilidad. Por ejemplo, el cobre, que tiene un electrón deslocalizado por átomo, es un excelente conductor de electricidad y calor, y además es muy maleable y dúctil. Por otro lado, el tungsteno, que tiene seis electrones deslocalizados por átomo, es un mal conductor de la electricidad y el calor, y además es muy duro y quebradizo.