1. Ascendencia común:
- La presencia de órganos vestigiales similares en diferentes especies sugiere que estas especies compartieron un antepasado común.
- Por ejemplo, la presencia de huesos pélvicos en ballenas y serpientes, que son restos de sus antepasados que viven en la tierra, apoya firmemente la idea de que estos animales evolucionaron de criaturas terrestres.
2. Descenso con modificación:
- Los órganos vestigiales a menudo son restos de estructuras funcionales en los antepasados. Su presencia indica que el organismo ha sufrido cambios evolutivos, lo que lleva a una pérdida de función en ese órgano en particular.
- Por ejemplo, el apéndice humano, aunque tiene algunas funciones inmunes menores, se reduce considerablemente en comparación con el apéndice de nuestros antepasados herbívoros que lo usaron para digerir la materia vegetal.
3. Gradualismo:
- La reducción gradual en el tamaño y la funcionalidad de los órganos vestigiales respalda la idea del cambio evolutivo gradual a lo largo del tiempo.
- Este proceso, llamado "vestigialización", se puede observar en muchas especies, que muestra cómo las estructuras se adaptan o se vuelven innecesarias en entornos cambiantes.
4. Selección natural:
- La presencia de órganos vestigiales demuestra que la selección natural no siempre favorece la eliminación completa de una estructura.
- En algunos casos, un órgano vestigial puede no ser lo suficientemente perjudicial como para eliminarse a través de la selección natural, o su presencia puede incluso proporcionar una ligera ventaja en ciertos entornos.
En resumen: Los órganos vestigiales no impulsan activamente la evolución, pero proporcionan evidencia convincente de la teoría de la evolución al demostrar ascendencia común, descenso con modificación, gradualismo y el papel de la selección natural. Sirven como poderosos recordatorios de la historia evolutiva de la vida en la tierra.