Ahora, imagine que la ciudad comienza a crecer. Se mudan más personas, se construyen más edificios y la ciudad se expande hacia afuera. La distancia entre las casas de las personas y el centro central aumenta.
Esto es como lo que sucede cuando una célula se hace más grande. La distancia entre la membrana externa de la célula (el borde de la ciudad) y el núcleo (el cubo central) se vuelve mayor. Esta distancia hace que sea más difícil para el núcleo enviar señales y recursos al resto de la célula. Es como tratar de obtener información o suministros en una gran ciudad:lleva más tiempo y se vuelve más difícil.
Finalmente, la ciudad se vuelve demasiado grande para que el centro central maneje de manera efectiva. Los servicios se abruman y la ciudad comienza a funcionar mal.
Del mismo modo, si una célula crece demasiado grande, el núcleo no puede proporcionar de manera eficiente todo lo que la célula necesita. Los procesos de la célula se ralentizan y se vuelve menos eficiente. Finalmente, la célula puede morir.
Por lo tanto, al igual que una ciudad debe ser un tamaño manejable para un funcionamiento eficiente, una célula también debe ser lo suficientemente pequeña como para que el núcleo administre de manera efectiva sus operaciones.