* Anatomía bruta: Observaron la forma general, el tamaño y la estructura de un organismo. Por ejemplo, se dieron cuenta de que los mamíferos tienen pelaje y dan a luz a los jóvenes vivos, mientras que las aves tienen plumas y ponen huevos.
* Anatomía interna: Los organismos de disección revelaron estructuras internas como el corazón, los pulmones, el sistema digestivo y el sistema esquelético. Estas características eran cruciales para clasificar a los animales.
* Características externas: Prestaron atención a detalles externos como extremidades, alas, escamas y otras coberturas. La presencia o ausencia de estas características jugó un papel importante en la clasificación.
* Ciclo de vida: Los científicos observaron cómo los organismos se desarrollaron y reproducieron. Esto incluyó factores como metamorfosis, puesta de huevo y la presencia de etapas larvales.
* Comportamiento: Si bien se consideraron menos prominentes, también se consideraron algunas observaciones de comportamiento, como los hábitos de alimentación, los rituales de apareamiento e interacciones sociales.
Es importante tener en cuenta que estas clasificaciones tempranas a menudo se basan en similitudes superficiales y no siempre reflejó relaciones evolutivas. Más tarde, con el advenimiento de las técnicas moleculares (como la secuenciación de ADN), los científicos comenzaron a refinar clasificaciones basadas en relaciones genéticas, lo que llevó a una comprensión más precisa de la historia evolutiva.