1. Función inmune: El bazo juega un papel crucial en el sistema inmunológico. Actúa como un filtro, monitoreando la sangre en busca de sustancias extrañas, como bacterias, virus y glóbulos rojos dañados. Tras la detección, el bazo inicia respuestas inmunitarias produciendo anticuerpos y activando células inmunitarias, incluidos macrófagos y linfocitos. También participa en la eliminación de la circulación de los glóbulos rojos viejos o defectuosos.
2. Hematopoyesis: En las primeras etapas del desarrollo, el bazo participa en la producción de células sanguíneas. Sin embargo, la hematopoyesis eventualmente queda restringida a la médula ósea en ratas adultas. Sin embargo, en momentos de estrés o mayor demanda, el bazo puede reanudar una hematopoyesis limitada.
3. Almacenamiento: El bazo sirve como reservorio de glóbulos rojos y plaquetas. Estas células sanguíneas almacenadas pueden liberarse rápidamente a la sangre cuando sea necesario, como en momentos de lesión o estrés, lo que ayuda a mantener la circulación y el suministro de oxígeno a los tejidos del cuerpo.
4. Filtración de sangre: El bazo filtra la sangre, eliminando restos celulares, glóbulos rojos viejos o dañados y ciertos patógenos. Las células macrófagas del bazo desempeñan un papel vital en este proceso, asegurando la salud y la calidad de la sangre circulante.
5. Regulación de los Componentes Sanguíneos: El bazo participa en la regulación de la vida útil de los glóbulos rojos, el recuento de plaquetas y la eliminación de células sanguíneas anormales o no deseadas. Esto ayuda a mantener niveles apropiados de células sanguíneas y la salud general de la sangre.
Es importante señalar que algunas funciones del bazo pueden variar ligeramente entre diferentes especies, pero su papel general en las respuestas inmunes, la filtración y el almacenamiento de sangre sigue siendo importante.