Las variaciones físicas que pueden ayudar a un organismo a sobrevivir pueden incluir cambios de tamaño, forma, color o estructura. Por ejemplo, algunos animales han evolucionado para tener patas largas que les ayudan a correr más rápido y escapar de los depredadores, mientras que algunas plantas han evolucionado para tener espinas que las protegen de ser devoradas por los herbívoros. Las variaciones de comportamiento que pueden ayudar a un organismo a sobrevivir pueden incluir cambios en las estrategias de alimentación, estrategias de apareamiento o interacciones sociales. Por ejemplo, algunos animales han evolucionado para cazar en grupos, lo que aumenta su éxito a la hora de capturar presas, mientras que algunas plantas han evolucionado para producir néctar que atrae a los polinizadores, lo que les ayuda a reproducirse.
Las variaciones que resulten más beneficiosas para un organismo dependerán del entorno específico en el que viva. En un entorno hostil con muchos depredadores, es probable que sean beneficiosas las variaciones que ayudan a un organismo a evitar ser comido o escapar de los depredadores. En un entorno con pocos recursos, es probable que sean beneficiosas las variaciones que ayudan a un organismo a encontrar y utilizar recursos de manera eficiente.
Las variaciones que son beneficiosas en un entorno pueden no serlo en otro. Por ejemplo, un organismo que evoluciona para tener patas largas puede correr más rápido y escapar de los depredadores en un entorno de pastizales, pero puede estar en desventaja en un entorno forestal, donde los árboles y otros obstáculos dificultan la carrera.
Las variaciones son la materia prima de la evolución. Con el tiempo, la acumulación de variaciones beneficiosas puede conducir a la evolución de nuevas especies. Este proceso se llama selección natural. La selección natural es una fuerza poderosa que ha dado forma a la diversidad de la vida en la Tierra.