Las dos hebras de la molécula de ADN son antiparalelas, lo que significa que corren en direcciones opuestas. Esto es importante para la estructura y función del ADN, ya que permite que las dos cadenas formen enlaces de hidrógeno entre sí, lo que mantiene unida la molécula. La orientación antiparalela de las hebras también permite que el ADN se replique, ya que cada hebra puede servir como plantilla para la síntesis de una nueva hebra.