El estudio, publicado en la revista Nature Communications, encontró que el tamaño y la forma de las tierras de cultivo, así como la presencia de setos y otras características naturales, pueden desempeñar un papel en la determinación de la rapidez con la que se propaga una enfermedad de las abejas en una población.
"Nuestros hallazgos proporcionan nuevos conocimientos sobre cómo podemos gestionar los paisajes agrícolas para reducir el riesgo de propagación de enfermedades de las abejas", dijo el autor principal Sydney Cameron, investigador postdoctoral en el Departamento de Entomología y Nematología de UC Davis. "Esto es especialmente importante dado el papel vital que desempeñan las abejas en la polinización de cultivos y el apoyo a la biodiversidad".
Las abejas son polinizadores esenciales para muchos cultivos, incluidas frutas, verduras y semillas oleaginosas. Sin embargo, las abejas también son susceptibles a una variedad de enfermedades, que pueden causar importantes pérdidas de colonias y daños económicos.
Una de las enfermedades más comunes de las abejas es Nosema ceranae, una enfermedad fúngica que puede provocar que las abejas se debiliten y mueran. Nosema ceranae se transmite a través del contacto entre abejas y puede transmitirse a través de fuentes compartidas de alimentos o agua, o mediante el contacto con superficies contaminadas.
En su estudio, Cameron y sus colegas utilizaron un modelo matemático para simular la propagación de Nosema ceranae a través de una población de abejas en un paisaje agrícola. El modelo tuvo en cuenta el tamaño y la forma de las tierras de cultivo, la presencia de setos y otras características naturales, y los patrones de movimiento de las abejas.
Los resultados del modelo mostraron que el tamaño y la forma de las tierras de cultivo pueden tener un impacto significativo en la propagación de Nosema ceranae. Las tierras agrícolas más grandes tenían más probabilidades de experimentar brotes de enfermedades, y el riesgo de propagación de enfermedades también era mayor en las tierras agrícolas largas y estrechas.
La presencia de setos y otras características naturales puede ayudar a frenar la propagación de Nosema ceranae. Los setos proporcionan una barrera física que puede impedir que las abejas se desplacen entre tierras de cultivo y también pueden proporcionarles alimento y refugio, lo que puede ayudar a mejorar su salud general y su resistencia a las enfermedades.
"Nuestros hallazgos sugieren que podemos reducir el riesgo de propagación de enfermedades de las abejas gestionando los paisajes agrícolas de manera que se creen tierras agrícolas más pequeñas y de forma más irregular e incorporemos setos y otras características naturales", dijo Cameron. "Estas medidas pueden ayudar a proteger a las abejas y garantizar la sostenibilidad continua de nuestro sistema alimentario".
El estudio fue financiado por la Fundación Nacional de Ciencias, el Departamento de Agricultura de EE. UU. y el Departamento de Alimentación y Agricultura de California.