1. Evolución de la morfología y la falta de vuelo:
Algunas especies de aves han sufrido adaptaciones evolutivas que gradualmente redujeron o eliminaron su capacidad para volar. Estos cambios pueden incluir modificaciones esqueléticas, como huesos de la quilla reducidos o ausentes (la estructura del esternón donde se unen los músculos del vuelo) o disminución del tamaño de las alas y de la estructura de las plumas.
2. Tamaño y peso:
Las aves más grandes y pesadas generalmente enfrentan más desafíos para mantener un vuelo motorizado. El despegue, el aterrizaje y el vuelo se vuelven más exigentes energéticamente a medida que aumenta la masa corporal. Para algunas especies, resulta más beneficioso adoptar un estilo de vida no volador.
3. Entornos insulares:
Las aves que habitan en islas aisladas pueden experimentar presiones de selección relajadas para volar. La ausencia de depredadores, la abundancia de fuentes de alimento en el suelo y los limitados espacios abiertos para volar pueden conducir gradualmente a la reducción de la capacidad de vuelo de determinadas especies insulares.
4. Presión de depredación:
En entornos con alto riesgo de depredación, las aves pueden beneficiarse de una capacidad de vuelo reducida si esto les permite explotar nichos terrestres más seguros o utilizar sus alas para funciones alternativas como la defensa. Por ejemplo, algunas aves no voladoras han desarrollado patas y picos fuertes para defenderse, lo que compensa su pérdida de vuelo.
5. Recursos abundantes:
Es posible que las especies que se encuentran en hábitats con suministros de alimentos abundantes y constantes, como abundantes insectos o vegetación en el suelo, no tengan una gran necesidad de volar. Los costos energéticos de volar superan los beneficios de buscar alimento, por lo que estas aves pueden dedicar más energía a otras estrategias de supervivencia.
6. Adaptaciones para entornos específicos:
Ciertas especies de aves han desarrollado adaptaciones que les permiten prosperar en entornos específicos sin necesidad de volar. Por ejemplo, los pingüinos se han adaptado a nadar y bucear, mientras que los avestruces destacan corriendo y usan sus alas para exhibirse o mantener el equilibrio.
7. Cambios de comportamiento:
Los cambios de comportamiento también pueden contribuir a la reducción de los vuelos. Algunas especies pueden simplemente optar por no volar, aunque conserven la capacidad física para hacerlo. Este comportamiento puede ser el resultado de un cambio en las presiones ecológicas o un cambio en el estilo de vida de la especie a lo largo del tiempo.
Vale la pena señalar que la pérdida del vuelo es un proceso evolutivo que ocurre durante largos períodos de tiempo y no es exclusivo de ciertos grupos taxonómicos. Varias especies de aves de diferentes familias y hábitats han experimentado de forma independiente una reducción de sus vuelos.