1. Señales químicas: Las plantas liberan compuestos químicos específicos llamados exudados, que contienen una mezcla de compuestos orgánicos volátiles (COV), flavonoides y otros metabolitos secundarios. Estos exudados actúan como señales químicas que atraen organismos benéficos, como hongos micorrízicos y bacterias rizobias, hacia las raíces de la planta.
2. Morfología y arquitectura de las raíces: La estructura y morfología de las raíces de las plantas pueden influir en el establecimiento de relaciones simbióticas. Las plantas con sistemas de raíces extensos y bien desarrollados, como raíces fibrosas o raíces en racimo, proporcionan una superficie más grande para que los socios simbióticos se adhieran y colonicen.
3. Redes de micorrizas: Los hongos micorrízicos forman extensas redes miceliales que conectan diferentes plantas y facilitan el intercambio de nutrientes. Estas redes pueden extenderse mucho más allá de la zona de las raíces y ayudar a las plantas a localizar e interactuar con socios simbióticos compatibles.
4. Interacciones microbianas: Los microbios beneficiosos del suelo pueden facilitar el establecimiento de una simbiosis entre plantas y microbios. Por ejemplo, ciertas bacterias u hongos pueden producir compuestos que mejoran el crecimiento y desarrollo de socios simbióticos, aumentando la probabilidad de una colonización exitosa.
5. Dispersión y germinación de semillas: Algunas plantas dependen de mecanismos de dispersión de semillas para ponerlas en contacto con socios simbióticos apropiados. Por ejemplo, ciertas plantas producen frutos carnosos o cubiertas de semillas que atraen a los animales, que dispersan las semillas y promueven su interacción con microbios beneficiosos en el tracto digestivo.
6. Condiciones ambientales: Los factores ambientales, como el pH del suelo, la humedad, la temperatura y la disponibilidad de nutrientes, pueden influir en la presencia y actividad de socios simbióticos. Las plantas que se adaptan bien a condiciones ambientales específicas tienen más probabilidades de encontrar y establecer relaciones simbióticas exitosas.
7. Coevolución: A lo largo del tiempo evolutivo, las plantas y sus socios simbióticos han coevolucionado, lo que ha llevado a una mayor especificidad y eficiencia en sus interacciones. Este proceso coevolutivo ha resultado en el desarrollo de mecanismos moleculares específicos y sistemas de reconocimiento que facilitan la selección y el reconocimiento de parejas.
Al emplear estas estrategias, las plantas pueden localizar y establecer asociaciones simbióticas con microorganismos beneficiosos, mejorando su adquisición de nutrientes, su tolerancia al estrés y su aptitud general.