Se cree que el viaje evolutivo del HDV comenzó con su antepasado en los animales, posiblemente murciélagos u otros mamíferos. A través de un proceso llamado transmisión zoonótica, el virus llegó a la población humana, probablemente a través del contacto cercano con animales infectados. Este evento marcó el inicio de la infección por VHD en humanos, y podría remontarse a miles de años.
Una vez introducido en la población humana, el VHD se propagó y diversificó en diferentes genotipos. Estos genotipos se clasifican según variaciones genéticas y muestran distribuciones geográficas y patrones de prevalencia distintos. Los genotipos más comunes son el genotipo I, que se encuentra en todo el mundo, y el genotipo II, que se encuentra principalmente en Asia.
La transmisión del VHD se produce principalmente a través del contacto con sangre o fluidos corporales infectados. Los factores de riesgo incluyen el uso de drogas intravenosas, el contacto sexual sin protección con una persona infectada y la transmisión vertical de una madre infectada a su hijo recién nacido.
La diversidad genética del VHD tiene implicaciones para su patogenicidad y respuesta al tratamiento. Diferentes genotipos pueden presentar variaciones en infectividad, eficiencia de replicación y virulencia. Comprender la diversidad genética del VHD es crucial para desarrollar estrategias de prevención y tratamientos eficaces para la infección por hepatitis D.
En conclusión, el VHD surgió como resultado de una transmisión zoonótica de animales a humanos. Su posterior difusión y diversificación genética llevaron al surgimiento de diferentes genotipos con diferentes distribuciones geográficas y patrones de transmisión. La investigación en curso sobre la evolución y diversidad del VHD es esencial para comprender todo su impacto en la salud humana y desarrollar intervenciones específicas.