El estudio, que fue publicado en la revista Nature, encontró que la estrigolactona se produce en las raíces de las plantas y luego viaja por el tallo hasta el meristemo apical del brote (SAM), donde se forman nuevas ramas. El SAM es un pequeño grupo de células en la punta del tallo que se encarga de producir un nuevo crecimiento.
Cuando los niveles de estrigolactona son altos, inhibe el crecimiento de nuevas ramas. Esto se debe a que la estrigolactona hace que el SAM produzca una proteína llamada DWARF14, que bloquea la expresión de genes necesarios para la formación de ramas. Sin embargo, cuando los niveles de estrigolactona son bajos, se inhibe la producción de DWARF14 y aumenta la expresión de genes promotores de ramas, lo que lleva a la formación de nuevas ramas.
Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones importantes para el fitomejoramiento y la agricultura. Al manipular los niveles de estrigolactona en las plantas, es posible controlar su patrón de ramificación y su hábito de crecimiento general. Esto podría usarse para crear plantas más compactas o tupidas, que serían ideales para cultivar en espacios pequeños o para usar como plantas ornamentales. También podría usarse para crear plantas que sean más resistentes al acame, lo cual es un problema que puede ocurrir cuando las plantas se vuelven demasiado altas y pesadas en la parte superior.
El estudio también proporciona nuevos conocimientos sobre el papel de la estrigolactona en el desarrollo de las plantas. Ahora se sabe que la estrigolactona no sólo participa en el control de la ramificación, sino también en otros procesos como el crecimiento de las raíces, la senescencia de las hojas y la germinación de las semillas. Esto sugiere que la estrigolactona es una hormona clave que desempeña un papel vital en el desarrollo y crecimiento general de las plantas.