1. Tamaño de celda: Las bacterias tienen un tamaño celular objetivo que pretenden alcanzar antes de dividirse. A medida que la bacteria crece, controla continuamente su tamaño detectando la relación entre su superficie y su volumen. Cuando esta relación alcanza un umbral específico, se desencadena el inicio de la división.
2. Replicación del ADN: Antes de dividirse, la bacteria necesita replicar su ADN para que cada célula hija reciba una copia completa del material genético. La bacteria detecta la finalización de la replicación del ADN a través de señales moleculares específicas.
3. Disponibilidad de nutrientes: Las bacterias están muy en sintonía con su entorno y controlan de cerca la disponibilidad de nutrientes. Si hay suficientes nutrientes y recursos presentes en el entorno, la bacteria procederá a la división. Sin embargo, si los recursos son escasos, puede retrasar la división o entrar en un estado latente.
4. Detección de quórum: Algunas bacterias utilizan la detección de quórum para coordinar la división y otros procesos celulares. La detección de quórum implica la liberación y detección de señales químicas llamadas autoinductores. Cuando la concentración de autoinductores alcanza un cierto nivel, se desencadena una cascada de eventos que conduce a la división sincronizada de la población bacteriana.
5. Reguladores del ciclo celular: Las bacterias tienen varios reguladores del ciclo celular que coordinan y controlan el proceso de división. Estos reguladores incluyen proteínas y enzimas que detectan señales internas y aseguran una progresión adecuada a lo largo del ciclo celular.
Es importante señalar que las señales y mecanismos específicos que desencadenan la división celular pueden variar entre diferentes especies y cepas bacterianas, y el proceso está estrictamente regulado para garantizar la supervivencia y la aptitud de la población bacteriana.