1. Evidencia esquelética:
La construcción robusta de _T. rex _, con un cráneo enorme, mandíbulas poderosas y extremidades fuertes, sugiere que estaba bien equipado para la depredación activa. Sus dientes estaban diseñados para desgarrar y perforar, lo que indica un estilo de vida depredador.
2. Estimaciones de la fuerza de mordida:
Los científicos han utilizado modelos informáticos y análisis biomecánicos para estimar la fuerza de mordida de _T. rex _. Estos estudios sugieren que _T. rex _ tenía una de las fuerzas de mordida más fuertes entre los dinosaurios, capaz de aplastar los huesos de sus presas. Una mordida tan poderosa sería muy eficaz para cazar grandes dinosaurios herbívoros.
3. La presa permanece asociada con _ Tirano saurio rex_:
Sitios fósiles que contienen _T. rex _ los restos a menudo han arrojado huesos y dientes fosilizados de grandes dinosaurios herbívoros como el Triceratops y los hadrosaurios con pico de pato. Estas asociaciones indican que _T. rex _ se aprovechaba activamente de estos animales.
4. Estrategias de caza:
Los paleontólogos creen que _T. rex _ probablemente usó una combinación de fuerza y velocidad para cazar. Su cuerpo robusto y sus poderosas mandíbulas le permitían dominar y someter a sus presas, mientras que sus patas relativamente largas sugieren que podía alcanzar velocidades de hasta 32 km/h (20 mph) en distancias cortas, suficiente para perseguir dinosaurios herbívoros.
5. Comportamiento de búsqueda de basura:
Mientras que _T. rex _ era principalmente un depredador, hay evidencia de que en ocasiones también se dedicaba a buscar comida carroñera. Esto pudo haber ocurrido cuando los alimentos escaseaban o cuando se presentó la oportunidad. _T. rex _ podría haber accedido y consumido fácilmente los restos de animales asesinados por otros depredadores o aquellos que habían muerto por causas naturales.
En conclusión, mientras que el _Tyrannosaurus rex _ era un depredador formidable, probablemente también se entregaba a un comportamiento carroñero cuando surgía. La combinación de sus adaptaciones depredadoras y su naturaleza oportunista contribuyeron a su éxito como uno de los depredadores más formidables durante el período Cretácico Superior.