La pandemia de COVID-19 cambió nuestros patrones y comportamientos, lo que a su vez afectó a la vida silvestre
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La Tierra ahora sustenta a más de ocho mil millones de personas que colectivamente han transformado tres cuartas partes de la superficie terrestre del planeta para obtener alimento, energía, refugio y otros aspectos de la empresa humana.
Los animales salvajes no sólo deben lidiar con los cambios en sus hábitats, sino también soportar la creciente presencia de personas en casi todos los entornos, desde la expansión de las interfaces urbano-forestales hasta las fronteras de la recreación al aire libre y el turismo basado en la naturaleza.
Estamos en medio de una crisis global de biodiversidad, con altas tasas de extinción y muchas poblaciones de vida silvestre que muestran evidencia clara de disminución (como el caribú y los leones).
Como ecologista de vida silvestre y biólogo conservacionista, me preocupa que estemos exprimiendo la vida silvestre de maneras que puedan aumentar los conflictos y desplazar a los animales de los hábitats que necesitan.
Observar el comportamiento animal
Si queremos proteger a los animales que atesoramos por sus valores ecológicos, económicos y culturales, debemos encontrar formas de promover la coexistencia entre humanos y vida silvestre. Para adaptar con éxito nuestros propios comportamientos, también debemos comprender si los animales pueden adaptarse a nosotros y cómo hacerlo.
Dos desafíos clave han limitado esta comprensión. En primer lugar, es difícil observar animales en estado salvaje. Los encuentros son raros porque los animales son esquivos y la mera presencia de un observador humano puede influir en nuestra comprensión.
En segundo lugar, en general no es factible realizar experimentos (características de la ciencia rigurosa) que manipulen las actividades humanas en contextos variados. En un estudio reciente publicado en Nature Ecology and Evolution , mis colegas y yo nos propusimos abordar estos desafíos utilizando la pandemia de COVID-19 como una forma de "experimento no planificado".
La pandemia fue una tragedia, pero creó una oportunidad única para aprender sobre las interacciones entre los seres humanos y la vida silvestre. Los cierres gubernamentales para detener la propagación del virus nos obligaron a permanecer cerca de casa, cambiando drásticamente nuestros patrones de movimiento típicos.
Esta "antropausia" impulsó a los científicos a preguntarse cómo respondían los animales:nuestra curiosidad se despertó ante avistamientos inusuales.
Imágenes capturadas
Nuestro equipo reconoció que tales observaciones anecdóticas podrían ser propensas a sesgos; Buscamos un enfoque más sistemático para cubrir una amplia gama de especies y ubicaciones y al mismo tiempo superar la naturaleza esquiva de los animales salvajes. La popularidad de las cámaras trampa para vida silvestre activadas por movimiento ha hecho que sea mucho más fácil vislumbrar la vida secreta de los animales.
Información de la revista: Naturaleza, ecología y evolución
Proporcionado por The Conversation
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