A menudo usaba esta analogía para enfatizar la inmensidad y la maravilla del universo. Describió cómo las estrellas, aunque aparentemente distantes e insignificantes, son en realidad bolas masivas de gas ardiente, como los diamantes en el cielo.
Esta comparación fue particularmente sorprendente ya que conectó el Celestial con lo terrenal, evocando una sensación de grandeza y belleza.