Los primeros humanos comenzaron a observar y reconocer patrones entre las estrellas ya en el período Neolítico (alrededor de 10.000 - 2.0000 a. C.). Algunas de las constelaciones más antiguas y mejor registradas del mundo provienen de la antigua Mesopotamia y se remontan a hace más de 5.000 años. Estos astrónomos mesopotámicos identificaron fenómenos celestes, nombraron constelaciones e incluso les asignaron significado mitológico. Las constelaciones tenían múltiples propósitos para las personas, incluido marcar las estaciones, predicciones astrológicas, creencias religiosas y ayudar en la navegación celestial, ya que los primeros marinos y comerciantes las usaban para orientar y localizar lugares distantes durante su viaje.