Esta afirmación no es exacta. Mirar directamente al sol, ya sea al amanecer o al atardecer, puede causar daños graves y permanentes a los ojos, incluida la retinopatía solar (quemazón de la retina). La intensidad de los rayos del sol, incluso en momentos en que el sol parece menos brillante, como la puesta de sol, aún puede abrumar los mecanismos de protección de los ojos. Mirar fijamente al sol puede provocar diversos problemas oculares, como quemaduras de córnea, cataratas y degeneración macular. Por ello, es muy recomendable evitar mirar directamente al sol en cualquier momento del día, incluidos el amanecer y el atardecer.