Primera Ley de Kepler (Ley de las Elipses):
Todos los planetas se mueven en órbitas elípticas alrededor del Sol con el Sol en uno de los dos focos de la elipse. Esta ley establece que las órbitas de los planetas tienen forma elíptica, donde el Sol siempre se sitúa en uno de los dos focos de la elipse. En términos más simples, los planetas siguen una trayectoria ovalada en lugar de un círculo perfecto en su movimiento alrededor del Sol.
Segunda Ley de Kepler (Ley de Áreas Iguales):
Una línea que conecta un planeta y el Sol barre áreas iguales en intervalos de tiempo iguales a medida que el planeta se mueve a lo largo de su órbita. Esta ley explica la variación de la velocidad de los planetas en sus órbitas. Un planeta se mueve más rápido cuando está más cerca del Sol y más lento cuando está más lejos del Sol, lo que provoca que áreas iguales sean barridas en períodos de tiempo equivalentes dentro de su trayectoria elíptica.
Tercera Ley de Kepler (Ley de Armonías):
El cuadrado del período orbital de un planeta (T) es directamente proporcional al cubo de su distancia promedio (R) al Sol. Matemáticamente, se puede representar como T^2 =k*R^3, donde k es una constante. Esta ley indica la relación entre el tiempo que tarda un planeta en completar una órbita (su período orbital) y su distancia promedio al Sol.
Para calcular las órbitas de los planetas, Kepler aplicó estas leyes mediante ecuaciones matemáticas y cálculos basados en observaciones detalladas de las posiciones planetarias en diferentes momentos del tiempo. Mediante un cuidadoso análisis e interpretación de los datos de observación, pudo derivar valores numéricos y describir las características de las órbitas planetarias con mayor precisión. En el proceso, desarrolló una comprensión más profunda de la mecánica celeste y avanzó significativamente en el campo de la astronomía.