Los espejos de mercurio eran populares en el pasado porque ofrecían una serie de ventajas sobre otras superficies reflectantes de la época. Proporcionaban una reflectividad superior en comparación con los espejos metálicos hechos de plata o cobre pulido, que eran propensos a deslustrarse y requerían un mantenimiento regular. Los espejos de mercurio también ofrecían una mejor calidad y claridad de imagen, lo que los hacía ideales para diversas aplicaciones, incluidos espejos de tocador, instrumentos científicos y dispositivos ópticos.
Sin embargo, el uso de mercurio para espejos ha disminuido significativamente con el tiempo debido a su naturaleza tóxica. El mercurio es una sustancia peligrosa que puede causar graves problemas de salud si se inhala, se ingiere o se absorbe a través de la piel. El proceso de fabricación de espejos de mercurio también planteaba riesgos de exposición al mercurio para artesanos y trabajadores.
Como resultado de las preocupaciones ambientales y de salud, la producción de espejos de mercurio se ha interrumpido en gran medida en la mayoría de los países. Las tecnologías de espejos alternativas, como los espejos de vidrio recubiertos de aluminio, han reemplazado a los espejos de mercurio y ahora se utilizan ampliamente en diversas aplicaciones, lo que proporciona mayor seguridad, durabilidad y rentabilidad.