El núcleo de un cometa es un núcleo central sólido formado por hielo y polvo. El núcleo suele ser pequeño y su tamaño varía desde unos pocos kilómetros hasta decenas de kilómetros de diámetro. La densidad del núcleo es muy baja, lo que significa que está compuesto mayoritariamente por espacio vacío.
El coma de un cometa es una nube de gas y polvo que rodea el núcleo. El coma se crea cuando el calor del Sol hace que los hielos del núcleo se vaporicen. La coma puede ser muy grande y extenderse por miles o incluso millones de kilómetros de diámetro.
La cola de un cometa es una corriente de gas y polvo que va detrás del cometa. La cola se crea cuando el viento solar aleja el gas y el polvo del cometa. La cola puede ser muy larga y extenderse por cientos de millones de kilómetros de longitud.
También se sabe que los cometas contienen una variedad de moléculas orgánicas, como aminoácidos e hidrocarburos. Estas moléculas son los componentes básicos de la vida y su presencia en los cometas sugiere que la vida puede haberse originado en el Sistema Solar exterior.
Además del núcleo, la coma y la cola, los cometas también pueden tener otras características, como chorros y abanicos. Los chorros son corrientes estrechas de gas y polvo que surgen del núcleo. Los ventiladores son regiones más amplias y difusas de gas y polvo que rodean el núcleo.
Los cometas son objetos fascinantes que brindan información valiosa sobre el Sistema Solar temprano y los orígenes de la vida. Al estudiar los cometas, los científicos pueden aprender más sobre la historia de nuestro planeta y del universo en su conjunto.