Los terremotos de magnitud 4 son generalmente demasiado pequeños para causar daños significativos o ser sentidos por los humanos, pero aun así pueden proporcionar información valiosa sobre la sismicidad de una región y pueden usarse para pronosticar eventos más grandes. Al monitorear la frecuencia y distribución de los terremotos de magnitud 4, los científicos pueden identificar áreas donde el estrés se está acumulando y la probabilidad de un terremoto mayor es mayor. Esta información puede utilizarse luego para emitir alertas tempranas y tomar las precauciones necesarias para mitigar los riesgos potenciales.