Según la teoría de la inflación cósmica, el universo experimentó una expansión rápida y exponencial durante un breve período poco después del Big Bang. Esta expansión estiró y suavizó las irregularidades iniciales en la densidad de la materia, dejando tras de sí pequeñas fluctuaciones cuánticas que actuaron como semillas para el crecimiento de estructuras en el universo.
A medida que el universo continuó expandiéndose y enfriándose, estas fluctuaciones cuánticas comenzaron a crecer bajo la influencia de la gravedad. Con el tiempo, gradualmente colapsaron y se condensaron, formando densas regiones conocidas como nubes protogalácticas. Estas nubes se fragmentaron aún más en grupos más pequeños que eventualmente evolucionaron hasta convertirse en galaxias y cúmulos de galaxias.
La presencia de fluctuaciones cuánticas proporcionó un mecanismo para que el universo primitivo rompiera la perfecta simetría y homogeneidad que de otro modo habría existido. Estas fluctuaciones actuaron como perturbaciones iniciales que desencadenaron el colapso gravitacional y la agrupación jerárquica de la materia, lo que finalmente condujo a la formación de cúmulos de galaxias masivos que observamos hoy.
Por lo tanto, las fluctuaciones cuánticas en el universo primitivo se consideran un factor clave para explicar el origen y la evolución de estructuras a gran escala como los cúmulos y supercúmulos de galaxias.