El estudio reveló que las aves que retrasaron su migración generalmente estaban en mejores condiciones físicas, tenían niveles más altos de grasa corporal y era más probable que hubieran experimentado condiciones ambientales favorables durante la temporada de reproducción. Estos factores sugirieron que las aves que gozaban de buena salud y tenían acceso a abundantes recursos alimentarios tenían más probabilidades de quedarse en casa por más tiempo, ya que podían permitirse el lujo de esperar las condiciones óptimas de migración.
Por otro lado, las aves que migraron antes a menudo tenían peores condiciones físicas y niveles más bajos de grasa corporal. Esto sugirió que era más probable que estas aves estuvieran bajo presión para abandonar sus zonas de reproducción debido a factores como la escasez de alimentos o el deterioro de las condiciones climáticas.
Los investigadores también encontraron que el momento de la migración variaba entre diferentes poblaciones de la misma especie. Por ejemplo, los abejarucos europeos en Sudáfrica tendieron a migrar antes que los de Europa, probablemente debido a diferencias en el clima y la disponibilidad de alimentos. Esto sugiere que los patrones migratorios pueden verse influenciados por las condiciones ambientales locales.
Los hallazgos del estudio proporcionan información sobre los factores que influyen en el comportamiento migratorio de las aves africanas y resaltan la importancia de comprender las variaciones individuales y a nivel de población en el momento de la migración. Este conocimiento puede contribuir a la conservación de especies de aves migratorias al identificar sitios de escala críticos y garantizar que estas áreas estén protegidas durante los períodos de migración.