El Niño:
- Durante El Niño, el Océano Pacífico experimenta temperaturas superficiales del mar más cálidas de lo habitual en el Océano Pacífico central y oriental. Estas aguas más cálidas tienden a aumentar la cizalladura vertical del viento sobre el Océano Atlántico.
- El aumento de la cizalladura del viento puede alterar la formación y organización de tormentas tropicales y huracanes porque la cizalladura del viento puede destrozar los sistemas de tormentas en desarrollo.
- Como resultado, El Niño tiende a provocar una menor actividad de huracanes en la cuenca del Atlántico en comparación con años promedio.
La Niña:
- Durante La Niña ocurre lo contrario. El Océano Pacífico experimenta temperaturas superficiales más frías de lo habitual en el Pacífico central y oriental.
- Estas aguas más frías del Pacífico tienden a debilitar la cizalladura vertical del viento sobre el Océano Atlántico.
- Con una cizalladura del viento reducida, las condiciones se vuelven más favorables para el desarrollo e intensificación de tormentas tropicales y huracanes en el Atlántico.
- Como resultado, La Niña suele asociarse con temporadas de huracanes más activas en la cuenca del Atlántico.
Es importante señalar que El Niño y La Niña no son los únicos factores que influyen en la actividad de los huracanes. Otros factores, como el estado del propio Océano Atlántico (como las temperaturas de la superficie del mar y las condiciones atmosféricas) y los patrones climáticos generales, también desempeñan un papel importante a la hora de determinar las características de cada temporada de huracanes.
En cuanto a la temporada de huracanes del próximo año, es demasiado pronto para hacer predicciones precisas. Sin embargo, los pronósticos a largo plazo a menudo consideran factores como los patrones de El Niño/La Niña y otros indicadores climáticos para hacer estimaciones sobre la actividad potencial para la próxima temporada.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) normalmente publica su pronóstico estacional de huracanes alrededor de mayo de cada año, proporcionando una indicación de la actividad prevista para la próxima temporada de huracanes en el Atlántico. Estas perspectivas consideran varios factores, incluidas las condiciones de El Niño/La Niña y otros modelos climáticos, para proporcionar una idea general de lo que podría traer la temporada.
A medida que se disponga de más información y datos más cerca de la temporada de huracanes, los modelos de pronóstico se pueden perfeccionar aún más para proporcionar perspectivas más precisas para regiones específicas.