Mercurio podría ser el destino perfecto para una vela solar
Ilustración artística de IKAROS. Crédito:JAXA
Las velas solares dependen de la presión que ejerce la luz solar sobre grandes superficies. Si se acerca la vela al sol, no es sorprendente que la eficiencia aumente. Una nueva misión propuesta llamada Mercury Scout tiene como objetivo aprovechar esto para explorar Mercurio. La misión mapeará la superficie de Mercurio con una resolución de 1 metro y, utilizando la superficie de la vela altamente reflectante para iluminar los cráteres sombreados, podría buscar depósitos de agua.
A diferencia de los motores de cohetes convencionales que requieren combustible que a su vez añade peso y posteriormente requiere más combustible, las velas solares son mucho más eficientes. La luz que cae sobre la vela puede impulsar un problema a través del espacio. Es un concepto fascinante que se remonta al siglo XVII, cuando Johannes Kepler sugirió la idea a Galileo Galilei. No fue hasta principios del siglo XXI que la Sociedad Planetaria creó la nave espacial de vela solar Cosmos 1. Se lanzó en junio de 2005, pero un fallo impidió que nunca alcanzara la órbita. La primera vela solar lanzada con éxito fue Ikaros, lanzada por la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial y demostró magníficamente la viabilidad de la tecnología.
Se sabe desde 1905 que la luz está formada por pequeñas partículas conocidas como fotones. No tienen masa pero cuando viajan por el espacio sí tienen impulso. Cuando una pelota de tenis golpea una raqueta, rebota en las cuerdas y parte del impulso de la pelota se transfiere a la raqueta. De manera muy similar, los fotones de luz que inciden en una vela solar transfieren parte de su impulso a la vela dándole un pequeño empujón. Más fotones que golpean la vela dan otro pequeño empujón y, a medida que se acumulan lentamente, la nave espacial acelera lentamente.