Exploración Oceánica: Los vehículos operados remotamente (ROV) y los vehículos submarinos autónomos (AUV) permiten el estudio de los ambientes de las profundidades marinas, los respiraderos hidrotermales y la diversa vida marina que habita en estas áreas. Misiones como la exploración de la Fosa de las Marianas utilizando ROV han ampliado nuestra comprensión de las partes más profundas del océano.
Exploración polar: Los robots ayudan a los científicos a estudiar los duros entornos de las regiones polares, incluidos el Ártico y la Antártida. El programa Polar Robotics de la NASA utiliza la robótica para comprender el cambio climático, la dinámica del hielo y los efectos de las actividades humanas en estos frágiles ecosistemas.
Entornos extremos: La robótica ayuda en el estudio y la recolección de muestras de ambientes extremos y peligrosos, como volcanes, sitios de desechos nucleares o derrames de químicos tóxicos, donde la presencia humana puede ser peligrosa.
Entornos analógicos planetarios: Los científicos utilizan robots para estudiar entornos terrestres (por ejemplo, desiertos, cuevas) que comparten similitudes con otros planetas, lo que ayuda a desarrollar y probar tecnologías robóticas para futuras misiones.
Misiones de regreso de muestra: Los robots ayudan en la recolección de muestras de entornos remotos o peligrosos, que luego se devuelven a la Tierra para su posterior análisis. Esta técnica se ha empleado en misiones como Hayabusa de JAXA y OSIRIS-REx de la NASA a asteroides cercanos a la Tierra.
Exploración a microescala: Los microrobots y las sondas a nanoescala también están encontrando aplicaciones en la investigación científica, permitiendo a los investigadores estudiar sistemas biológicos, estructuras subcelulares y nanomateriales a escalas excepcionalmente pequeñas.