Cada bomba de racimo contiene un cuerpo central que alberga múltiples minibombas. Las minibombas se lanzan en el aire y pueden extenderse en un amplio radio. Cuando las bombas caen, detonan, creando un gran número de explosiones en un área relativamente pequeña.
Las bombas de racimo se utilizan a menudo en operaciones militares para atacar objetivos enemigos, como concentraciones de tropas, fortificaciones o vehículos. Sin embargo, las bombas de racimo también pueden tener un impacto devastador en las poblaciones civiles, ya que pueden causar daños generalizados y daños indiscriminados a los no combatientes. Debido a su naturaleza indiscriminada y al riesgo de municiones sin detonar, muchos países han prohibido las bombas de racimo en virtud de la Convención sobre Municiones en Racimo.
El uso de bombas de racimo es un tema controvertido:algunos países argumentan que son armas militares necesarias, mientras que otros argumentan que causan daños indiscriminados y deberían prohibirse.