Un estudio que encontró evidencia de la efectividad de los programas de préstamos de emergencia de la Reserva Federal es un artículo de 2010 de los economistas Ben Bernanke, Mark Gertler y Simon Gilchrist. Los autores utilizan una variedad de técnicas econométricas para estimar el impacto de los programas de la Reserva Federal en la economía y encuentran que estos programas tuvieron un impacto positivo significativo en la producción, el empleo y la inflación. Por ejemplo, los autores estiman que el Servicio de Préstamos a Plazo de Valores Respaldados por Activos (TALF, por sus siglas en inglés) de la Reserva Federal aumentó el PIB entre un 1 y un 3 por ciento y creó o salvó entre 1 y 3 millones de puestos de trabajo.
Otro estudio que encontró evidencia de la efectividad de los programas de préstamos de emergencia de la Reserva Federal es un artículo de 2011 de los economistas John Campbell, Charles Calomiris y Brenton Welch. Los autores utilizan un conjunto diferente de técnicas econométricas que las de Bernanke, Gertler y Gilchrist, pero también encuentran que los programas de la Reserva Federal tuvieron un impacto positivo significativo en la economía. Por ejemplo, los autores estiman que el Servicio de Financiación de Papel Comercial (CPFF) de la Reserva Federal aumentó el PIB entre un 2 y un 3 por ciento e impidió que la tasa de desempleo aumentara entre 2 y 3 puntos porcentuales.
Sin embargo, algunos economistas sostienen que los programas de préstamos de emergencia de la Reserva Federal no fueron efectivos o incluso empeoraron la crisis. Por ejemplo, el economista Richard Koo sostiene que los programas de la Reserva Federal simplemente prolongaron la crisis al mantener a flote a las empresas zombis. Koo sostiene que, en cambio, la Reserva Federal debería haber permitido que estas empresas fracasaran y reasignar sus recursos a usos más productivos.
En general, la evidencia sugiere que los programas de préstamos de emergencia de la Reserva Federal tuvieron un impacto positivo significativo en la economía durante la crisis financiera de 2007-2009. Sin embargo, algunos economistas sostienen que estos programas no fueron efectivos o incluso empeoraron la crisis.