En el espacio, no hay fricción ni resistencia del aire para frenar el cohete. Por tanto, puede recorrer grandes distancias sin necesidad de impulsarse constantemente. Sin embargo, si el cohete cambia de dirección o necesita alterar su velocidad, necesitará encender sus motores nuevamente para aplicar una fuerza externa y modificar su movimiento.
Vale la pena señalar que los cohetes utilizan propulsor (normalmente una combinación de combustible y oxidante) para generar empuje expulsando gases a alta velocidad a través de sus boquillas. Por la tercera ley del movimiento de Newton (acción-reacción), esta expulsión genera una fuerza igual y opuesta que impulsa el cohete hacia adelante. Una vez agotado el propulsor o apagados los motores, el cohete seguirá moviéndose debido a su inercia hasta que otra fuerza externa actúe sobre él.